a pesar de lo humano con valdimar jóhannsson

Nieve y el murmullo silencioso de una granja islandesa se congela en una cuadra llena de ovejas. Una de ellas nos mira en un primerísimo primer plano en el que, de no ser por la pantalla, podríamos reflejarnos en sus grandes ojos negros. Miran de frente, sin miedo pero con cierta vacilación. ¿Qué hay ahí fuera? ¿Quién hay ahí afuera?

Poco después de comenzar Lamb (Valdimar Jóhannsson, 2021) María e Ingvar se unen a la quietud del paisaje hablando sobre la posibilidad de los viajes en el tiempo. Este es el primer indicio de la pérdida de temporalidad que supone el aislamiento en este relato bíblico sobre lo animal.

 

Un aislamiento en el que siempre es de día. Puertas y ventanas enmarcan un paisaje que en su neblina y brillo constante dibujan un marco fronterizo entre lo animal y lo humano, entre la desolación de la pareja y la tenebrosidad de la fiera que sentimos pero no vemos.

Planos más bien cerrados que recogen la tragedia y duelo familiar.

 

Esta separación se concreta en Ada, regalo divino, hija y criatura de la que se humanizan ciertas partes (su caminar es bípedo pero no habla) y otras se sostienen en su naturaleza original. Ada percibe cosas que sus padres ignoran, necesita cosas que sus padres no entienden.

La pareja se esfuerza en educar a Ada bajo una estructura humana. Su alimentación, sus modales, sus rituales: no hay espacio para pensar en Ada como criatura salvaje. ¿Por qué el empeño en humanizar todo lo que nos extraña?

Nuevos parentescos a menudo fragmentados son posibles en Lamb. Generar lazos entre diferentes especies más allá de los sanguíneo, plantear nuevos padres y madres, escapar de lo humano para inventarnos un futuro más orgánico.

Las nuevas paternidades no van únicamente de lo humano a lo animal, la figura del tío llega también para descubrirse ejerciendo más de padre que Ingvar, revelando vínculos familiares insólitos en los que incluso el abandono es constructivo y sanador.

Se abre por fin el plano, superando marcos y ventanas, para enlazar la figura de María en medio del valle tras la toma de custodia de Ada por su padre biológico. Un enfrentamiento de padre a padre, un asesinato que nos sorprende con arma de fuego. La fiera salvaje cede a su fuerza e intercambiando de nuevo los instintos vuelve a trazar la frontera animal/humano para llevarse lo que históricamente la naturaleza y la tradición creen que es suyo.

 

 

 

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