bienvenida a la memesfera

 

 

Cuando Dawkins escribió el “El gen egoísta” en 1976 estoy convencida de que no tendría ni idea de que el término al que dota de tanto contenido y carga (política o no) sería ahora objeto de beefs, piques, pullitas o artículos escritos en un lenguaje pseudoerudito donde chavales y chavalas deciden dedicarse al sagrado arte de la autofelación. Por ello, para no salirme de la línea general que estamos adoptando, me voy a referenciar únicamente a mí. Bueno y a gente a la que le doy igual (porque están o bien muertos o jamás llegarán a leer esto). 


Me gustaría decir que yo no vengo aquí a hablar de mis colegas o a decir que un meme lo hace cualquiera. No quisiera yo venir a iluminar a nadie con la verdad absoluta, con el raciocinio último. Que el cerebro me pesa 30 kg; suficiente pa saber que no existe de ninguna manera esa verdad final (y al mismo tiempo siento confusión y gracia por aquellas personas que sí se creen iluminadas por ella). 

Ahora bien, ¿quiero hablar de qué es el meme? ¿quiero hacer una genealogía del meme en internet? Pues no. Creo que podéis encontrar charlas super interesantes sobre qué es el meme, qué pinta en Internet e incluso cómo podéis hacer vuestros propios memes. Además tampoco tengo ni idea de eso, porque, seamos sinceras, yo sé de muy pocas cosas (además soy una -casi-chica). 

Aunque antes me voy a poner un poco foucaultiana y voy a hablar de lo que significan para mí algunos términos a los que me voy a referir. He mencionado ya “la verdad” y en este sentido y resumiendo voy a asumir que tal verdad existe en tanto que herramientas o tecnología para la comprensión del mundo común. No le otorgaré el estatus de verdad a los hechos, pues los hecho son, sin más.

 

Las enunciaciones sobre tales hechos sí que podrán ser verdaderas o falsas, pero si lo que voy a escribir os parece que es mentira sólo podré deciros que suponen parte de mi realidad y de cómo entiendo yo las movidas que voy a explicar. Me parece también oportuno diferenciar el poder (que subyace a cualquier relación humana, de forma positiva -que se encuentra en cada conversación por el hecho de transportar información hacia otra persona y hacer que cambie o no una idea- o negativa -como en las instituciones jurídicas-) de los estados de dominación (los cuales forman parte de esas relaciones de poder). El caso es que característicamente la noción de poder trae consigo la posibilidad de movimiento, el cambio, que el poder pase de un lado a otro (como en un diálogo, con el intercambio de información), en estas relaciones siempre existe cierto tipo de libertad, siempre subyacen en ellas ciertas estrategias para subvertirlas.

En cambio en los estados de dominación esta estrategia no existe, no es posible, nos encontramos en un campo de batalla fundamentalmente asimétrico, la libertad es tomada por un bando, pero no existe en la relación propiamente. Es mediante ciertos instrumentos que un individuo o un grupo se apropia de ella, volviendo la relación inmóvil y fija, al impedir la irreversibilidad del movimiento. 

Las chicas se están cargando los videojueg… ay, los memes. 

Vale, vuelvo. ¿Qué es el #GamerGate y por qué me preocupa tanto que instagram se esté convirtiendo en el twitter de 2k20?

El GamerGate, mirando un poquillo la wikipedia y algunos videos de YouTube (gracias por tanto Anita Sarkeesian) es un conjunto de prácticas que nacen de un caso de ciberacoso a una mujer desarrolladora de videojuegos. Todos aquí sabemos que las chicas no jugamos a ellos y que, por tanto, estaría raro que una mujer fuese capaz de crear uno. La controversia nace de una historia de desamor, todo un drama: el exnovio de Zoë Quinn, roto y partido de dolor, la acusa públicamente de haberse acostado con un prestigioso periodista del mundillo y haber ganado, así, cierta fama con el videojuego que acababa de diseñar. Todo esto demostrado falso (el periodista jamás escribió sobre ese videojuego). Pero ese material ya se había hecho público, y los hechos le importan bien poco a los portadores de La Verdad™.  En ese momento ya se había iniciado una campaña de ciberacoso desde algunas redes sociales (Twitter y 4chan). En los foros se acumulaba información sobre cada vez más mujeres de la industria del videojuego. Entre ellas Anita Sarkeesian y Brianna Wu, las cuales recibieron amenazas de muerte, de violación… una red de acoso que las llevó, en gran medida, a alejarse de su entorno, cancelar charlas y recluirse para evitar ser apedreadas por la inmensa oleada de Gamers™ que obviamente no comprendían cómo una mujer iba a ser capaz de aporrear 4 botones de un mando de plástico y cables.

¿A qué se puede deber ese odio irracional y sistémico hacia las mujeres de la industria? Obviamente no referenciaban hechos, pues la movida esa de Quinn quedó desmentida. Sin embargo las vejaciones no cesaban. Ellas seguían siendo arpías, malas mujeres y merecían todo ese odio. 

Lo que me viene a la cabeza cuando pienso en esos hombres es un chihuahua indefenso (los hombres con la masculinidad tan frágil que les caracteriza) frente a un temible pitbull (las mujeres, obviamente). La actitud del chihuahua es hacer ruido, hacerse valer, creer que si le oyen más a él quizás acaben escuchando sus plegarias. Muchos de ellos son esos chihuahuas y otros, la mayoría me atrevería a decir, se vieron arrastrados por el sentimiento de grupo que genera formar parte de una comunidad tan inmensa como es la Gamer. Fue ese sentimiento de grupo, de pertenencia a éste, que movió al videojuego del ámbito del hobbie al de identidad. Y realmente la historia nos demuestra cómo formar una personalidad a partir de un vicio es realmente jodido. Pretender proteger esa identidad, que a su vez está basada en un hobbie, que a su vez es, fundamentalmente, misógino (no olvidemos que las chicas NO juegan a videojuegos, o eso hemos visto en la cultura pop hasta bien entrado el siglo XXI o bien si juegan es solo para satisfacer el deseo masculino) produce un tipo de sentimiento cuyo orígen está en el odio a las mujeres y, en concreto, el odio hacia esas mujeres que pretenden APROPIARSE de TU identidad.

Volviendo a Foucault, encontramos aquí algunos elementos que he descrito antes:

 

1.Estamos rodeados de relaciones de poder. Todo es poder, todo está impregnado de éste.

2.Las herramientas que utilizaron fueron sus cuentas — anónimas o no. Y las usaron explotando hasta sus últimas consecuencias, hasta llevarlas al ámbito de la integridad física (porque sí, aún tenemos cuerpo físico, maldita materialidad). 

3.La pretensión de estos hombres era eliminar cualquier posibilidad de estrategia frente a la hegemonía (masculinizada) del videojuego. Si eliminas a tu contrincante, no hay lucha. Sin lucha, no hay poder que hacer valer. 

Sí, lo sé, mis memes no son graciosos, te jodes. 

Como explicité anteriormente mi pretensión aquí no es la de definir qué es un meme sino, más bien, explicar por qué me caéis mal. Y la respuesta corta es:

Pero las respuestas cortas no me acaban de gustar, así que ahí va:

En la memesfera, la neo-memesfera, la memesphere, la memecupula (¿esto cuenta como referencia? espero que no) como os queráis hacer llamar vosotras o vuestro grupito de coleguis creadores de contenido me da igual. Aquí todos creamos contenido para una red social, y es, al fin y al cabo, lo único que nos une –a priori. 

No somos una familia, no somos amigos,no somos nada. Solo nos une un pasatiempo que, por cierto, no todo el mundo se toma de la misma manera. Pero este pasatiempo se efectúa en un espacio, que nos relaciona con el resto del mundo, con otras personas, cada una con su particularidad, con un discurso y con una identidad propia (dentro de la cual se encuentra este hobbie, pero no conforma para nada la totalidad de ella) y obviamente creamos en este espacio vínculos, relaciones de afinidad, amistades y lo que surja. 

En este sentido me parece oportuna la distinción que ofrece Jefferson, nuestro tercer presidente (sí, somos mas yankies que españoles, no nos engañemos) entre religioso y fanático: por una parte profesar o no una religión se remite a la decisión personal de cada una, nadie te debería negar el acceso a ella o su práctica. Sin embargo el fanático es aquél que no está dispuesto a modificar sus opiniones a pesar de que la evidencia empírica se sitúe en su contra. 

Con esto me enfrento al dogmatismo memístico. No soy nadie para decir qué es o qué no es un meme, y tú -para mi suerte – tampoco lo eres. La propia definición de meme niega el carácter limitador de este. Un meme es una unidad de información que se repite de forma incontrolable, con sus consecuencias y sus antítesis.

Y todo esto de pretender definir o limitar el meme me suena a que os da miedo que llegue gente nueva, con ideas nuevas y os quiten el protagonismo. Me suena a que habéis convertido vuestro perfil de Instagram en una suerte de empresa capitalista en la que vuestros beneficios se resumen en el número de seguidores que tenemos a cambio de ¿dopamina? (porque dinero más bien poco).

Seguramente la mayoría de los que ahora estamos creando mierdas para insta hayamos sido en el pasado los pringaos de clase, los que éramos demasiados maduros para nuestra edad, los más listos de clase pero no los que tenían más amigos.  

Y ahora nos vemos gestionando unas cuentas con miles de seguidores. Y pues claro, se nos sube la famita a la cabeza. Y todo guay, pero no pretendáis monopolizarlo, porque sólo vais a hacer el ridículo. 

Con todo esto no quiero negar la necesidad de hacer frente a las distintas formas de opresión que se entrecruzan en cada espacio (virtual o material), que un meme sea misógino, racista, transfobo o lo que sea no quita que sea un meme, sin embargo, y no es en esta la cuestión que considero en este artículo, creo que es necesario elaborar nuevas estrategias para estas nuevas problemáticas.  

Lo que creo que ya puedo decir para finalizar esto es que por mucho que os empeñéis en decir que un meme debe hacer gracia, ser de tal u otra forma, decirse en tal u otro momento, nada de esto se ajusta a lo característico del meme: su carácter iterable, conversible, dinámico e informativo. Los memes pueden ser humorísticos, pero no por ello sólo pueden ser de tal forma.

Los memes en Internet nacieron teniendo una forma concreta, pero hemos sabido trepar y crecer entre las grietas de aquella fosa de incels y xenofobia que es 4chan, no veo por qué ahora no íbamos a poder superar el nuevo meme, sin cambiar la etiqueta, sin llamarle post-meme. Cambia el significado, pero el significante se mantiene, pues es el uso de este lo que llena de sentido las palabras. 

El gatekeeping, el control de acceso, mantener la puerta cerrada y que nadie pueda entrar, como si de una suerte de pilla-pilla escondite se tratase, como si se protegiese de alguna manera una idea, una identidad, un TESORO. Y sois mucho más que un perfil de instagram, somos mucho más que eso. Somos contradicciones, acción, lenguaje y cultura. Así que por favor, un poquito de decencia. 

 

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