perseguir el miedo

Prácticamente todas mis sesiones de terapia terminan en lo mismo. Una hora y media antes, al llegar, me siento, hago unos ejercicios de respiración para situarme (suelo llegar muy acelerada) y P me pregunta cómo estoy. Entonces suelo decir “Estoy agobiada”, “estoy preocupada”, “estoy agotada”, “no sé cómo estoy”. Ninguna de estas respuestas le sirven a P. P está buscando saber qué me está pasando de verdad, por dentro. Lo que está buscando P es la emoción. Cuando me replicó por primera vez “¿qué emoción es esa?” yo no entendía lo que me estaba preguntando.

No podía encontrarme con Desi (Desirée de Fez, periodista y crítica de cine, especializada en fantástico y terror y mujer más que maravillosa) sin ver antes La Posesión (Andrzej Zulawski, 1981). Así que la vi antes de vernos y flipé. El capítulo que le dedica en Reina del grito (Blackie Books, 2020) lleva como subtítulo “Miedo a la mujer que hace lo que le da la gana” y si algo no teme Anna, la protagonista interpretada por Isabelle Adjani, es a hacer lo que le plazca: rompe con su marido tras enamorarse y serle infiel con otra persona, y después acaba en un piso que se cae a pedazos atrapada en una apasionada relación sexual con una masa monstruosa y viscosa. Anna no le da explicaciones a nadie. Ni a su hijo, ni a Sam Neill, a quien se le infla más y más la vena a cada fotograma que avanza.

“Para mí es el centro del libro. Yo le hago una lectura a través del personaje femenino y desde una perspectiva muy feminista. Realmente es una reivindicación de la necesidad de hacer lo que queramos. Aunque sea equivocado. Aunque sea liarte con una masa deforme en un piso abandonado. Es curioso como Zulawski rueda La posesión después de que su mujer le abandone. La película no deja de ser un ejercicio de odio hacia ella y no podemos negar que está muy bien contado. Por eso todos los tíos por defecto villanizan a Anna. Si no haces el esfuerzo de mirarla a ella, acabas apoyando al personaje de Sam Neill porque la que abandona y engaña es ella.

Durante muchos años estuve muy ciega y también la veía de esta manera: la mala era Anna. La mala era ella porque hacía lo que yo quería hacer pero no me atrevía. Anna es la que se derrumba y retuerce pero, si la miras bien, te das cuenta de que está por encima de todos, de que es la fuerte de la historia. Las posturas que aparentemente son de víctima no son más que demostraciones de fuerza.”

El libro que ha escrito Desi habla precisamente de esto. De la mirada femenina que no se corresponde con lo blandito, lo pálido o lo cursi. Para ilustrar que se trata, en cambio, de una mirada múltiple, diversa y única en cada una de sus formas, se apoya en el cine de terror construyendo, a su vez, su personal recorrido por las películas que han marcado el género.

Las mujeres, ya sea hablando de cine o detrás de las cámaras siempre son pocas, siempre son menos. Abrir una revista de crítica o análisis cinematográfico supone encontrarte con los de siempre hablando de lo de siempre: la mirada de dioses engrandeciendo a otros dioses. Es hora de alejarse de la crítica requetestablecida, heteropatriarcal, tantas veces paternalista y hermética a más no poder. Mi sorpresa al abrir el libro de Desi ha sido que se trata, al final, de un libro de cine, de una compilación completísima del cine de terror, un camino fascinante para aquellos que ya son fieles al género y un descubrimiento, un regalo, para los que se inician en él.

“Durante muchos años sentía que el tipo de crítica que yo quería hacer no estaba bien visto. Si usabas la primera persona o te implicabas emocionalmente era algo que se entendía como popular pero vaciado de contenido. No me sentía a la altura alrededor de mis colegas críticos. Y al final, me di cuenta de que no hay una única manera de hacerlo, te acercas a las películas desde sitios diferentes. Hay que desacralizar un poco la crítica, tan elitista, para poder llegar al fondo.

 

Tenemos derecho a equivocarnos. No por utilizar un lenguaje más rebuscado o por cargar de datos una crítica tiene porqué ser mejor. El acercamiento a las películas que trato en el libro es muy personal, no quiere decir que las pelis vayan o sean eso, es lo que a mí – en este momento de mi vida – me sugieren. Igual dentro de cinco años me sorprendo al ver lo que dije sobre tal película, y me parecerá perfecto.”

Veo nuestra aparición en el mundo representada por los esfuerzos incansables de Desi: sus columnas, su participación e influencia en Sitges, su maravilloso podcast, este libro… Todos nuestros empeños, desgraciadamente, funcionan apenas como paréntesis, como relámpago que aparece, ilumina, deja constancia y se va. Es el papel que, en el cine de terror, interpretan las Scream Queens, y lo que, acertadamente, da título al libro. 

“Es el único momento en el cine de terror en el que las mujeres son protagonistas en positivo. Echo de menos esos momentos en mi vida. Reconozco mi incapacidad de gritar cuando he tenido la necesidad de hacerlo. Gritar abarca muchas cosas, no es solo alzar la voz. Sino cuando algo no te gusta, comunicarlo, decirlo. Y aunque solo dure ese momento, dejar constancia de que nos estamos enterando.

Creo que de esto trata el cine contemporáneo dirigido por mujeres: lo conscientes que somos de todo en todo momento. De cómo nos duelen las cosas, de cómo las asumimos. El libro me ha servido para reconocer mis miedos y reconocer, también, los recursos que tengo para vivir con ellos.”

Desi, en su libro, va desgranando los miedos que han ido apareciendo a lo largo de su vida. Uno de los mensajes que mas resuena es la importancia de hablar de ellos, de volverlos una realidad y no ignorarlos como una mera ficción. En un momento, Desi me habla sobre un amigo que hace por comunicarse y expresar sus emociones a través de las conversaciones sobre las películas que ve. Ver cine, hablar de cine, pensarlo y discutirlo es para muchos la verdadera forma de entendernos, de conocernos y hacer las paces con nosotros mismos.

“El miedo está más acotado en el momento en el que lo ves en otro lugar. Como en pantalla, donde se cierra la historia y hay una solución. El cine de terror no me da soluciones, pero logro identificar mis miedos, más o menos distorsionados, a través de la historia o de un personaje en concreto. Me siento más acompañada.

Es curioso como hay mucha gente con miedos concretos, gente con fobias, a los que les encanta el cine de terror. Y luego hay mucha gente que, en su día a día parece que no le temen a nada, muy osados pero incapaces de ver una peli de terror. Sobretodo con el terror que apela al susto.”

Disimular el miedo es uno de los lugares comunes en los que nos acomodamos como sociedad. Fingir que todo está bien, forzarte a creer que estás bien, congelarte la sonrisa, obligarte al entusiasmo. La constante, más de moda que nunca, “todo irá bien” de los últimos meses nos deja agotados, destrozados. En relación a esto, le pregunto a Desi por el tabú que sigue siendo hablar del cuerpo de manera directa y concisa. Parece que el cine de terror, más que ningún otro género, se ha atrevido a mostrar y crear discursos alrededor del cuerpo que se sale de lo “estándar” y lo da por hecho. Se revela como algo que puede tener múltiples formas y dimensiones y no se avergüenza de ello.

“Muchas veces la mutación física, el body horror responde simplemente a una voluntad de impacto, apela a un impacto visual, a buscar lo grotesco. Los directores más ambiciosos han encontrado un arco que se corresponde a la relación que he tenido toda mi vida con mi cuerpo. Inseguridades, complejos, problemas físicos… Sentía que había películas que lo contaban muy bien. Es el caso de La Mosca por ejemplo. Puede ser una analogía muy agresiva pero no se me ocurría una forma mejor de contarlo, además porque me daba espacio para el sentido del humor.

En cuanto a los cambios físicos que llegan después, los de la última etapa, mi preocupación era la de desactivar ese “pero si estás bien”, “estás perfecta”, ese ataque a tu frivolidad, que hace de algo que para ti es importante – el no sentirte bien con tu cuerpo – algo superficial. 

No va de eso. Tiene que ver con la identidad, con envejecer en un sentido más amplio que cumplir años o verte arrugada. Tiene que ver con algo más profundo y necesitaba que eso estuviera desde el minuto uno.

En cuanto al embarazo he intentado explicar el miedo físico y real a estallar. El peligro y lo terrorífico, también, de “crear vida.”

Todavía con la resaca emocional del boom literario de este año, Nuestra parte de noche de Mariana Enriquez, el tema de la herencia como algo espantoso no deja de rondarme. La vida que creó Desi se manifiesta ante ella como la extensión de ella misma, para lo bueno y para todo lo demás. ¿Es posible deshacerse de los miedos heredados? ¿Qué podemos hacer para evitarles nuestros monstruos y fantasmas a las generaciones venideras?

“Empecé el libro al darme cuenta de que las cosas que he heredado de mi madre y de mi abuela, empiezan a manifestarse en mi hija. Un día por la mañana mi hija me dijo “tengo miedo” con la misma naturalidad que si me hubiese dicho “tengo caca”. Esto se debe a que yo se lo estoy transmitiendo. Después vi Hereditary, una película para mí fundamental. Y desde ahí empecé a escribir sin pensar en tener una respuesta a la pregunta de si todos nuestros miedos son heredados o no. Concluyo el libro con que es una mezcla de todo, unos nos llegan y otros los generamos nosotros mismos.

Creo que las nuevas generaciones estamos dando un giro respecto a las que nos preceden. Me gustaría poder responder a mi hija si un día me pregunta: ¿Por qué me tiene que dar miedo volver sola de noche a casa? No sé si tendré la respuesta. A mí simplemente se me advirtió de no hacerlo, pero nunca se me explicó el por qué. Nosotros al menos intentaremos explicar el porqué, así sea difícil.”

El cine de terror avanza en la carrera de explicar el porqué de las cosas. Si algo demuestra Reina del grito es que desde siempre y cada vez más nos encontramos con cintas en las que el miedo vienen inducido por una cuestión social, actual y urgente: el racismo, la diferencia de clases, los problemas de género, los sentidos de la maternidad.

El cine de terror siempre ha captado el ánimo de los tiempos, de forma deliberada o intuitiva. Creo que de esta época saldrán de las dos vertientes. Se viene un cine en el que dentro de unos años reconoceremos el desconcierto que estamos viviendo ahora.

El cine de terror siempre ha sido muy popular. Si pienso en la literatura y las películas que he consumido en los últimos años el patrón que ha cambiado es que ahora están escritas o dirigidas por mujeres. Ahora hay una forma distinta de contar los miedos. Me siento más acompañada al ver que hay mujeres expresando sus miedos de una forma clara, de la forma que yo entiendo.

Cuando comencé a darle vueltas al libro pensé en que las cosas que me pasan a mí son problemas del primer mundo. ¿Quién soy yo para hablar del miedo? Al lado de los libros que he leído que hablaban de temas más bestias… Pero me di cuenta de que mis miedos sí son importantes, sin necesidad de compararlos con otros. Incluso los que pueden parecer más pequeños: que te echen del trabajo embarazada, pedir dinero a tus padres con 40 años o no tener dinero para el metro.”

– ¿Emoción?

– Sí: alegría, tristeza, ira, miedo…

En mi túnel interior no era capaz de reconocerme en una emoción, sino en los diferentes estados de alguna de esas: agobio, preocupación, cansancio.

Tardé mucho en responder. P me decía “tranquila, respira y déjatelo sentir”. Y eso hacía, eso hago, intentando silenciar mi cabeza a mil por hora.

– Creo que es miedo.

Lo digo con la voz entrecortada y sin entusiasmo, pensando que la respuesta podría ser la incorrecta, como si reconocer mis emociones se tratase de un examen en el que apruebas o suspendes. O como dice Desi: “Como si no se pudiera ser miedosa y fuerte al mismo tiempo”.

P. asiente, medio sonríe y me anima a seguir concentrada en mi respiración.

 

 

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