processing art

Pongo vídeos de catástrofes y me grabo contándolas como si las hubiese vivido en primera persona. Me preocupa perder la capacidad de consternarme, igual que perdí la sensación de sed. Por lo menos no he perdido mis hábitos de higiene. Tampoco es que antes fuesen impecables.

Helvia se hace la encontradiza. Dirijo el puntero láser hacia el gotelé desconchado mientras veo el tercer capítulo seguido de Veep. Ella sigue el punto rojo por inercia, parpadea, mira el monitor, después me mira con cara de resignación. No vamos a jugar así.

Ayer vi Old Baby de María Bamford y me gustó tanto que dejé de escribir mi guión. Tengo que tomarme más en serio. ¿Quién va a querer ver una película barata sobre una artista de arte menstrual? Estoy segura de que acabaré contándola en mi canal, aunque no se lo aconsejaría a nadie. Es como tirar un queso entero a la basura para no tener que comértelo, pero ¿qué podría hacer si no? ¿Rodar un corto y enviarlo a un concurso donde tus amigxs pueden ver que has hecho un corto?

Cuando me vea la nariz entraré en miniinthebox.com y compraré lo primero que salga. Si el miedo me sigue atenazando recurriré a mi hada del ASMR, Miss Bunny Whispers, y haré binge-sensing hasta quedarme dormida. Mi día a día es como el de una persona que está enferma. Estoy viendo tele de hospital. Meto una moneda para continuar.

Pulseras de hombre estilo punk. Compraré lo segundo que salga. Luces LED para crecimiento vegetal. Otro día debería analizar estos resultados.

Últimamente no veo los principios de las películas. Se entienden igual.

Si mi guión fuese una superproducción pondría Hollywood patas arriba: “El día que tenga éxito una película de dentistas, la seguirán muchas más películas sobre dentistas. El día que tenga éxito una película sobre arte menstrual, nadie volverá a hacer una película sobre arte menstrual”.

Menstrual Art Movie. La película que Hollywood no consiguió convertir en un género. Trailer:

He vuelto a abrir la carpeta donde tengo el guión, escribí un par de escenas bastante motivada. Más tarde vi Victoria de Justine Triet y he vuelto a dejarlo. 

Mi ropa interior es miserable, es como de una persona que se ha hartado de tener genitales.

En mi escritorio hay otra carpeta que no toco desde hace meses: Familia bodypainting, proyecto de sitcom. Quizás la idea ha dejado de interesarme por el aspecto sitcom, pero sigo confiando en el potencial cómico del bodypainting.

MissBunny Whispers ha eliminado hace tres días su especial de Thanksgiving, el mejor vídeo de ASMR que he visto jamás. Ese vídeo se ha convertido en mi nuevo “ir por urgencias”.

Empecé a verme la nariz en el verano de 2008, haciendo turismo en Londres. Londres es un conjunto de monumentos, galerías de arte, plazas y calles con una nariz desenfocada en primer término, y probablemente sea la única turista en el mundo que ha pagado 15 libras por verse su propia nariz durante dos horas. Pensé que la experiencia de ver The Dark Knight en una pantalla plana equivalente a cinco autobuses de dos alturas y un sistema de sonido capaz de emitir 11.600 vatios de sonido digital puro desactivaría mis procesos cognitivos. La primera vez que conseguí dejar de verme la nariz voluntariamente fue hace tres años, gracias a ella, una adolescente pelirroja de manos pálidas susurrando y sacando huevos de Pascua de una cesta durante veinte minutos: Thanksgiving is time for new beginnings, new life and new opportunities. Le he escrito pidiéndole que lo vuelva a subir cuanto antes. No me ha contestado. He rastreado su canal como un Cocker y no he encontrado ningún vídeo tan eficaz. Sigo viéndome la nariz, le he escrito catorce mensajes desde el viernes y se lo he contado todo. Ha subido un nuevo vídeo: Spring has sprung. El tono del vídeo recuerda un poco al anterior.

He hecho un bachillerato experimental. Nos dejaban hacer debates sobre cualquier cosa y dibujar en clase. En Medio Ambiente me tocaba en la mesa de un niño que tenía otra optativa. Siempre dejaba la bandeja del pupitre demasiado llena de cosas: cómics, libretas y libros de los que sobresalían folios reciclados con dibujos de superhéroes. A todos les faltaba alguna parte. No había ninguno que no estuviese mutilado. Me ponía tan nerviosa que los tenía que corregir durante las clases, añadir los brazos y piernas que faltaban. Nunca interactuó conmigo. Podría haberme escrito una nota de agradecimiento o intentar hacer menos dibujos más acabados para darme a entender que había recibido el mensaje. Con uno totalmente equipado me habría conformado. Sé que si se lo hubiera propuesto podría haber dibujado un superhéroe con todas las partes, porque por separado las sabía hacer todas. ¿Por qué no las integraba en un mismo superhéroe?  Me estaba volviendo loca. Empecé a odiar el Medio Ambiente y por supuesto a los superhéroes. Un día en clase de ética propuse el debate El uso irresponsable del papel reciclado.

El cerebro no lleva bien quedarse medias, como bien saben los cocainómanos millonarios que producen contenidos en masa. Lo demostró la psicóloga rusa Bluma Zierganik en 1927. Se dio cuenta observando a unos camareros que memorizaban fácilmente las comandas que no habían sido servidas y olvidaban al instante las que acababan de servir. Después de una serie de estudios en los que interrumpía a gente haciendo tareas, llegó a la conclusión de que el cerebro recuerda mejor las tareas interrumpidas y estructuradas. Uno de los estudios consistía en completar un puzzle en un tiempo determinado. Antes de que pudiesen terminarlo les decía que el tiempo había acabado. La mayoría seguía queriendo completar el puzzle de todas maneras. Tenían la motivación de verlo acabado. Parece que las conclusiones de ese estudio han sido desplazadas por otras.

Hace unos meses estaba en una casa rural, trabajando en un rodaje barato, con otrxs doce adultxs  y un niño de 11 años que interpretaba a un personaje secundario en la película. Me enseñó dibujos que estaba subiendo a una cuenta de Instagram y vídeos de sus youtubers favoritos, muy dinámicos y bastante bien realizados. Era cercano e interesante. Le gustaba hablar con la gente del equipo, sobre todo con adultas enrolladas. Por la noche, la nieve y otros factores complicaron el rodaje y estábamos en un decorado deprimente a las dos de la madrugada enfrentándonos a la escena más tediosa del día. El niño se acercó al decorado porque había mucho movimiento en la casa y tenía curiosidad por ver cómo se rodaba una película. En la escena no pasaba casi nada. No había diálogos ni acciones interesantes. Un personaje leía un libro durante unos minutos acostado en una cama y lo guardaba en un cajón. Cada vez que hacíamos una nueva toma había que estar varios minutos en silencio total. Yo miraba al niño de vez en cuando por si me hacía alguna señal de querer irse. A la tercera toma se desmayó y cayó al suelo. No fue capaz de estar sin ver ni oír nada diez minutos seguidos. La madre dijo que era ansiedad.

Mi consumo de hoy: un trozo de una pelea de gallos patrocinada por una bebida energética (nunca había visto a raperos trastabillarse tanto, creo que los finalistas se llamaban Chuty y Force), un documental sobre raperos asiáticos del que casi no recuerdo nada, medio episodio de The Undateables, varias roundtables de The Hollywood Reporter, con Lena Dunham, Mindy Kahling y otras quince o veinte actrices famosas que no recuerdo, una película bastante guay con Tilda Swinton (no recuerdo el nombre de la directora), la partes del roast a James Franco en las que salen Natasha Leggero y Andy Samberg, un teaser de la nueva temporada de Nathan For You, un trozo de un programa de ocio político, vídeos nuevos de youtubers a lxs que desprecio, un fragmento alucinatorio de un programa de cocina de una cadena regional, un vídeo de perros con cejas nuevo que me manda un amigo, un tutorial para hacer pasta casera en el que al presentador le empieza a sangrar la nariz de repente, dos videoclips y una entrevista a Avelina Lésper, la crítica de arte contemporáneo que más desprecia el arte contemporáneo. Este último vídeo inspiró una nueva escena para mi guión que probablemente escribiré mañana si no cambio de opinión durante la noche. Creo que sería algo así:

 

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